OPINIÓN
Antes de nada, debo confesaros que me produce mucho temor reseñar La Trilogía del Perdón de Florencia Bonelli,
porque me gustó tanto, pero tanto, que creo que es muy difícil de plasmar todo
lo que su lectura me hizo sentir, lo que incluso siento ahora mismo (después
de haber pasado casi un año desde que leí los tres libros), al recordar a los personajes y al
rememorar la historia.
Los libros de Bonelli son mi pasión, ella es mi musa cuando escribo, el espejo en el que sueño
algún día ver mis escritos, la esperanza de que en un futuro, no muy lejano, iguale su capacidad de generar tramas perfectamente detalladas y la forma tan viva que tiene de describir a sus personajes. En fin..., Bonelli es todo lo que quisiera ser como escritora.
Dicho esto, empiezo...
Reseñar por separado La Trilogía del
Perdón, me obligaría a revelar parte de la historia por anticipado, hecho que puede
resultar perjudicial para quienes estén empezando a leerla. Por lo tanto, para evitar los famosos spoilers haré
una reseña general de los tres libros.
Todo empieza en el año de 1736, en el río
Paraná, cuando un Jesuita, el padre Ursus, en compañía de sus bogadores y de su
protegido (un niño de cinco años llamado Aitor Ñeenguirú), escuchan los gritos
desesperados de una mujer pidiendo ayuda. El jesuita, ordena detener la
embarcación y al acudir en su ayuda descubre que se trata de
una mujer joven, blanca, de origen europeo, que acaba de dar a luz, pero que desgraciadamente está agonizando. Todo intento por salvar su vida es inútil, la mujer muere
dejando a su pequeña hija sola en el mundo.
El padre Ursus se ve obligado a llevar a
la niña, a quien da el nombre de Emanuela, a la misión donde evangeliza a indios guaraníes, para cuidarla y
protegerla mientras encuentran alguna pista de su procedencia.
Aitor, es el séptimo hijo varón de la
familia, lleva un estigma consigo, sus ojos amarillos como el sol, producen
miedo a toda su gente que piensan que está maldito y este temor produce un absoluto rechazo hacía él, a quien han apodado “el lobisón” - hombre lobo”. Por esta
creencia será vapuleado, discriminado y maltratado por todos, con
excepción, por supuesto, de su madre, sus abuelos y el padre Ursus, quien lo
quiere como a un verdadero hijo.
Aitor, es un niño travieso, valiente, arrogante, que muy pocas veces controla su carácter tan fuerte e irrelevante. Queda prendado de la pequeña niña desde el momento en que la ve y surge en él un instinto de protección y posesión sin límite. La condena que se impone así mismo de ser su guardián de por vida, lejos de martirizarlo, le hace el ser más feliz del mundo.
Aitor, es un niño travieso, valiente, arrogante, que muy pocas veces controla su carácter tan fuerte e irrelevante. Queda prendado de la pequeña niña desde el momento en que la ve y surge en él un instinto de protección y posesión sin límite. La condena que se impone así mismo de ser su guardián de por vida, lejos de martirizarlo, le hace el ser más feliz del mundo.
Emanuela, conforme va creciendo en la misión del Padre Ursus, a quién ve como su padre, se siente y se ve una verdadera guaraní, asume como suyas las creencias, costumbres y hábitos, de ese maravilloso pueblo al que considera su única familia. Es bondadosa, tierna y noble, todos la quieren y ven en ella al regalo que Dios ha tenido por bien enviarles.
Siendo aún niña, Emanuela descubre que tiene el poder de la sanación, no sabe de dónde viene, ni cómo lo hace, mucho menos, imagina cuál será el precio que tendrá que pagar en el futuro por por su don. Lo único que sabe es que a través de sus manos la enfermedad y el dolor de personas y animales desaparecen. Al principio, intenta que nadie se entere de su secreto, pero conforme va creciendo se hace cada vez más difícil ocultarlo. Pese a esto, ella vive feliz, rodeada de amor y tranquilidad, salvo por su única debilidad... Aitor, su hermano mayor a quien quiere con verdadera locura y no comprende cómo, siendo tan bueno, puede despertar tanto odio entre las personas que tanto la quieren.
Si Aitor cuidaba de Emanuela, siendo capaz de protegerla incluso con su vida, antes de saber que poseía un poder tan grande en sus manos, cuando lo descubre, se transforma en su sombra, siguiéndola durante todo el día, protegiéndola de todo mal y ayudándola a esconder ese valioso secreto de todos aquellos que puedan ocasionarle algún daño.
A mí particularmente me enamoró el papel de Aitor, porque no es el típico galán de novelas históricas - románticas. Su personaje representa al indio guaraní, valiente, luchador, machista, mujeriego y sobre todo guerrero, a quien no importaría morir por conseguir y defender lo que él considera suyo. Es un hombre con muchos defectos de los que ni siquiera tiene consciencia. Caracteriza perfectamente al hombre real de aquella época.
Siendo aún niña, Emanuela descubre que tiene el poder de la sanación, no sabe de dónde viene, ni cómo lo hace, mucho menos, imagina cuál será el precio que tendrá que pagar en el futuro por por su don. Lo único que sabe es que a través de sus manos la enfermedad y el dolor de personas y animales desaparecen. Al principio, intenta que nadie se entere de su secreto, pero conforme va creciendo se hace cada vez más difícil ocultarlo. Pese a esto, ella vive feliz, rodeada de amor y tranquilidad, salvo por su única debilidad... Aitor, su hermano mayor a quien quiere con verdadera locura y no comprende cómo, siendo tan bueno, puede despertar tanto odio entre las personas que tanto la quieren.
Si Aitor cuidaba de Emanuela, siendo capaz de protegerla incluso con su vida, antes de saber que poseía un poder tan grande en sus manos, cuando lo descubre, se transforma en su sombra, siguiéndola durante todo el día, protegiéndola de todo mal y ayudándola a esconder ese valioso secreto de todos aquellos que puedan ocasionarle algún daño.
A mí particularmente me enamoró el papel de Aitor, porque no es el típico galán de novelas históricas - románticas. Su personaje representa al indio guaraní, valiente, luchador, machista, mujeriego y sobre todo guerrero, a quien no importaría morir por conseguir y defender lo que él considera suyo. Es un hombre con muchos defectos de los que ni siquiera tiene consciencia. Caracteriza perfectamente al hombre real de aquella época.
Estos sentimientos tan fuertes y poderosos que
atan a los dos niños desde casi su nacimiento, se acrecentarán y reforzarán conforme los años pasen, las circunstancias de vida cambien, sus cuerpos se transformen y sus sentimientos evolucionen.
La trama sencillamente es perfecta, porque describe el crecimiento, tanto físico como espiritual, de dos personas desde el momento en que nacen hasta convertirse en adultos. Lo difícil de crecer, lo difícil de afrontar la vida y la pérdida de personas que amas, lo complicado de comprender que el cariño fraterno se vaya transformando en amor carnal.
Esta trilogía también narra de cómo los jesuitas ejercían el papel evangelizador en medio de los indígenas, su forma de adoctrinar y los problemas con los se que enfrentaban al hacerlo. Habla de errores, de desprecio, de traición, de religión y por supuesto del perdón.
Además, todos los detalles, hechos y acontecimientos de la época están fielmente cuidados, el lenguaje perfectamente definido y la ambientación correctamente descrita. Se nota un trabajo exhaustivo de investigación.
Los personajes secundarios tienen tanto peso como los principales, la figura del Padre Ursus, es relevante en casi todas las páginas, su mente abierta y adelantada para la época y para su profesión, le ocasionan varios problemas con la manera de pensar de sus superiores, pero también le dan la oportunidad de aprender y respetar las costumbres de aquellos indios a quienes termina queriendo y defendiendo como a uno más de su congregación.
El descubrir el origen familiar de Emannuela y también el de Aitor, es el punto clave que te mantendrá en un estado de constante suspense, las páginas pasan una tras otras y el tiempo pierde sentido una vez que te hayas zambullido en la historia.
Si lees La Trilogía del Perdón, puede que la adores o la odies sin remedio, pero lo que nunca pasará es que no llegues al final, es imposible... es adictiva.
Os dejo su booktrailer, el que considero que representa tal y como imagino a sus personajes, sobre todo a Almanegra.
Esta trilogía también narra de cómo los jesuitas ejercían el papel evangelizador en medio de los indígenas, su forma de adoctrinar y los problemas con los se que enfrentaban al hacerlo. Habla de errores, de desprecio, de traición, de religión y por supuesto del perdón.
Además, todos los detalles, hechos y acontecimientos de la época están fielmente cuidados, el lenguaje perfectamente definido y la ambientación correctamente descrita. Se nota un trabajo exhaustivo de investigación.
Los personajes secundarios tienen tanto peso como los principales, la figura del Padre Ursus, es relevante en casi todas las páginas, su mente abierta y adelantada para la época y para su profesión, le ocasionan varios problemas con la manera de pensar de sus superiores, pero también le dan la oportunidad de aprender y respetar las costumbres de aquellos indios a quienes termina queriendo y defendiendo como a uno más de su congregación.
El descubrir el origen familiar de Emannuela y también el de Aitor, es el punto clave que te mantendrá en un estado de constante suspense, las páginas pasan una tras otras y el tiempo pierde sentido una vez que te hayas zambullido en la historia.
Si lees La Trilogía del Perdón, puede que la adores o la odies sin remedio, pero lo que nunca pasará es que no llegues al final, es imposible... es adictiva.
Os dejo su booktrailer, el que considero que representa tal y como imagino a sus personajes, sobre todo a Almanegra.
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